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análisis del Padre Nuestro

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Mensaje por ricardo perales 9/28/2017, 2:36 pm

Por Tomás Moro

El Padrenuestro

Consta de una invocación inicial y siete peticiones (En la forma en que Mateo nos lo ha transmitido y la Iglesia lo ha aceptado y usado).
Tres de éstas se articulan en torno al “Tú” y cuatro en torno al “nosotros”



Padre

Dios no tiene nombre. Cuando Dios se presento en forma de zarza ardiente a Moisés, éste le pregunto por su nombre. Dios le respondió: “Yo soy el que soy.”. De aquí deriva el nombre de Yahvé, que más tarde se transformaría en Jehová. Y ello no por voluntad de Dios sino por una necesidad del hombre, y sobretodo del pueblo judío de intentar dotarlo de un nombre para distinguirlo de los demás dioses, y así tomarlo como una posesión propia. Sin embargo, Jesús, no sólo se niega a usar un nombre para Dios, sino que nos revela la relación real que define a Dios respecto a los hombres. Dicha relación la obtenemos precisamente mediante Cristo que nos devuelve la dignidad filial. Nos revela a Dios como padre y a su vez nos permite conocernos a nosotros mismos como hijos. Es una relación no sólo como creador del hombre sino de amor, de padre perfecto. Y Dios como padre se nos da en Cristo. Jesús es la encarnación del Hijo que nos permite conocer al Padre. 
Ser hijo no es algo que nos pueda otorgar el padre, es un papel en la relación que depende de nuestro propio reconocimiento, de aquello que somos verdaderamente y a la vez nos permite dar sentido pleno a nuestra existencia como seres humanos.

¿Por qué Padre y no Madre? Aún siendo conscientes de que Dios no tiene genero ¿Por qué no se usa el término madre, ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento? Aunque no se use el término madre si existen muchas imágenes que nos recuerdan y describen el amor de Dios desde un punto de vista maternal (seno materno, por ejemplo). La razón del uso del término Padre para identificar a Dios viene dada para no dar pie a la confusión con una mentalidad panteísta que simboliza la Madre. El término padre es más adecuado para distinguir entre Dios y lo creado, una diferenciación que podría resultar difícil descubrir con el uso de la palabra madre. 


Nuestro

Indudablemente, lo primero que nos interroga es el “nosotros” ¿Por qué el nosotros en lugar del mío? Sólo el Hijo podría referirse al Padre con el adjetivo mío, puesto que siendo Dios conoce a Dios por si mismo. Pero nosotros sólo conocemos a Dios en base al otro, a Cristo y a nuestros hermanos en base al amor fraternal que nos une. Así, la palabra “nuestro” nos obliga a salir del “Yo” para salir al encuentro de Dios en la comunidad intemporal que forman todos los hijos de Dios de todos los tiempos.

Que estas en los cielos

Con ello nos señala la diferencia con nuestro padre terrenal. Dios es nuestro padre pero desde una posición superior, elevada, de acceso a todos por igual. A diferencia de nuestro padre terrenal que nos separa, nuestro padre celestial nos une en una gran familia que implica y abarca a toda la especie humana. 


Santificado sea tu nombre

Ya hemos hablado sobre el nombre de Dios, sobre su ausencia que le distingue del mundo politeísta, pues Él es el único Dios verdadero y no necesita nombre. Hay que entender, que aunque los judíos habían designado un nombre que les permitiese relacionarse con Dios, aprenderlo y hacerlo suyo para poder venerarlo, no les estaba permito pronunciar dicho nombre. Y sin embargo, Dios, se nos va a dar de un modo completo, haciéndose vulnerable a nosotros, mediante su encarnación. Nos va a dar un nombre, un nombre que incluso vamos a usar para definirnos a nosotros mismos, Cristo. Con Cristo se otorga al hombre la capacidad de apropiarse de Dios, y sin embargo se salvaguarda al mismo Dios de nuestro deseo de poseerlo como algo propio que nos pueda separar. Pues , el nombre de Dios es el de un hombre,aunque sea Dios.

Venga a nosostros tu reino

Con esta petición reconocemos en primer lugar la primacía de Dios: donde Él no está, nada puede ser bueno. Donde no se ve a Dios, el hombre decae y decae también el mundo.

“Buscad ante todo el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura” (Mt 6, 33) 

Significa asumir su voluntad como criterio. Esa voluntad crea justicia y por lo tanto un orden que reconoce la verdadera dignidad de todo hombre, y nos garantiza una existencia plena y en consecuencia feliz. 

“Señor dame fuerzas para aceptar lo que no puedo cambiar y cambiar lo que no debo aceptar, e inteligencia para distinguir lo uno de lo otro” (Reinhold Niebuhr 1943)

“Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo” (Salomón 1 R 3,9) 

Es mediante nuestro corazón al servicio de una recta conciencia que permite que se abra paso la voluntad de Dios frente a nuestra voluntad. Es, a su vez, la petición de ser alimentados por la fuerza de Cristo que nos conduce a la voluntad del Padre. 

Hagase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo

Esta petición se relaciona con la anterior. Nos indica que allí donde se cumple la voluntad de Dios se encuentra el cielo, y que existe una voluntad de Dios para con el hombre. Por otra parte existe un reconocimiento en que la tierra no es el cielo, tanto en cuanto el pecado nos aleja de la voluntad de Dios. 
Sin embargo, ese cielo lo hemos podido percibir al igual que al Dios mismo, en la imagen de Cristo. Él es precisamente en quien, y a través de quien, se cumple plenamente la voluntad de Dios. Y es mediante su ayuda, a pesar de todas nuestras imperfecciones y nuestra pecadora condición, que nos elevamos y nos permite alcanzar ese cielo cuando permitimos su entrada en nuestro corazón. 

Danos hoy, nuestro pan de cada día

La cuarta petición del Padrenuestro nos parece la más humana de todas: el Señor, que orienta nuestra mirada hacia lo esencial, a lo único necesario, sabe también de nuestras necesidades terrenales y las tiene en cuenta. Pero aquí, vuelve a aparecer el “nuestro”. Ello nos indica un interdependencia con los demás, nuestra prosperidad no puede ser personal, propia, sino en relación con los demás. A veces no somos conscientes de la necesidad que tenemos de los demás, no sólo espiritualmente sino incluso para cubrir nuestras necesidades materiales más básicas. Es por ello que nuestra petición no puede ser personal, pedimos por que sean saciadas todas las necesidades de cada uno de nosotros, y a la vez nos interroga sobre nuestra contribución a tal fin. 
Por otra parte, los Padres de la Iglesia, han complementado la primera interpretación, con una apelación a la Eucaristía. Dios se ha hecho hombre y nos habla con palabras humanas. El Espíritu es quien da vida a la carne, es el pan que necesitamos para dar sentido a nuestra existencia. Y esa petición es a su vez comunitaria pues nadie debe estar excluido de esa participación y beneficio de pertenencia al cuerpo de Cristo. 

Perdona nuestras ofensas , como nosotros perdonamos a los que nos ofenden

La quinta petición del Padrenuestro presupone un mundo donde el pecado existe. Un pecado cuya consecuencia más directa es la sensación de culpa que nos acompaña y nos impide ser felices, nos aleja de Dios por vergüenza, incapaces en numerosas ocasiones de confiar en el perdón de Dios, incapaces de perdonarnos a nosotros mismos. He aquí que Dios nos indica el camino para aceptar el perdón, perdonar a los demás. Cuando perdonamos de corazón al otro, es cuando nos damos cuenta y somos plenamente conscientes que nosotros a su vez podemos ser perdonados. 
Nos remite, por otra parte, a Cristo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34). Es, por Cristo, por su vida y su sufrimiento que somos perdonados. Él nos ha devuelto la dignidad para poder ser llamados hijos de Dios; Él, mediante su encarnación, ha sido nuestro abogado frente a las acusaciones del maligno, “el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche ante nuestro Dios” (Ap 12, 10).

No nos dejes caer en la tentación

La tentación es un producto de Satanás al que accedemos en base a nuestra libertad. Así es, el hombre libre debe escoger su camino; uno nos conduce a nuestra verdadera esencia, hechos a imagen de Dios, tendemos hacia Él de forma natural, del mismo modo a como las gotas de lluvia tienden hacia el mar; el otro camino nos aleja de Dios, es la gota, que solitaria, es atrapada por la tierra y nunca llegará al mar. Podemos usar aquí las propias palabras de Cristo sobre la parábola del sembrador: “La parábola quiere decir esto: La simiente es la palabra de Dios. Los de a lo largo del camino son lo que han oído; después viene el diablo y se lleva de su corazón la palabra, no sea que crean y se salven. Los de sobre piedra son los que, al oír la palabra, la reciben con alegría; pero no tienen raíz; creen por algún tiempo, pero a la hora de la prueba abandonan. Lo que cayó entre los abrojos son los que han oído, pero las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida les van sofocando y no llegan a la madurez…..” (Lc 8, 11-14)

Recordemos el Génesis. Cuando el hombre vivía en el paraíso, el hombre estaba con Dios; pero fue tentado por el diablo y se alejo de Dios. Dios permitió al diablo tentarnos para probar, para dar calidad a nuestra libertad. Con esta petición pedimos a Dios, que a sabiendas que vamos a ser probados- reconocemos de antemano nuestra debilidad-, no permita al diablo tentarnos más allá de nuestras propias fuerzas y nos ayude a superar la tentación. 
A la vez, apelamos al ejemplo de Cristo que supero todas las tentaciones en nuestro nombre. Es a Cristo que pedimos que descienda a nuestros infiernos y nos tome de la mano para elevarnos, para ayudarnos a superar todas las pruebas a las que debemos ser sometidos para purificarnos y poder ser llamados hijos de Dios. 

Y libranos del mal

Esta última petición tiene relación con la anterior. Somos tan débiles que incluso, admitimos que vamos a caer en la tentación. La consecuencia de no superar las tentaciones es: ser atrapados por el mal, caer en sus oscuridades, incapaces de advertir el bien que nos rodea, “viendo, no vean; y oyendo, no entiendan ( Lc, 8, 10).
Bien, pues le pedimos a Dios, que aún cayendo en la tentación no nos deje caer en el mal, que es su consecuencia. De tal modo que sepamos reconocer nuestro pecado, que sepamos pedir perdón por ello y a la sazón ser redimidos.
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Mensaje por Izra-il 9/30/2017, 11:50 pm

Hola, buenas madrugadas.

¿Somos tan débiles?

Hermano, Jn 17:17

Bendiciones!

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